“Un pobre perro, víctima de la sarna, que vive apartado y solitario.”
En el rincón más olvidado de un pequeño pueblo, vive un can con una historia desgarradora. Este perro, víctima de una cruel sarna, ha sido relegado a la soledad más profunda. Su pelaje áspero y su mirada triste narran una vida de sufrimiento y abandono.
La comunidad local lo evita, temerosa de la enfermedad que lo aqueja. Los niños, que solían correr hacia él con risas y cariño, ahora lo miran con lástima desde lejos. Aunque ha sido abandonado por todos, el can nunca ha perdido su nobleza innata.
Su aislamiento lo ha llevado a volverse un espectador silencioso de la vida en el pueblo. Observa los juegos, las celebraciones y los encuentros familiares desde su refugio solitario. Sus ojos reflejan una profunda tristeza, pero también una indomable esperanza.
A pesar de su condición, el perro espera ansiosamente que alguien, en algún momento, le extienda una mano de ayuda y cariño. Mientras tanto, sigue siendo un recordatorio conmovedor de la necesidad de compasión y empatía en un mundo que con demasiada frecuencia da la espalda a los más vulnerables.